Cuando la anfotericina
B y la 5-fluorocitosina eran las únicas opciones terapéuticas para el tratamiento de las infecciones fúngicas profundas, la realización de pruebas de
sensibilidad antifúngica no estaba muy justificada. A medida que la industria
farmacéutica fue introduciendo en el mercado nuevos antifúngicos o nuevas
formulaciones de los ya conocidos, se hizo necesaria la realización de pruebas
de sensibilidad con el fin de comparar la actividad de los mismos y detectar
las posibles resistencias.
A pesar de todo, las pruebas de sensibilidad a los antifúngicos no están tan
desarrolladas como las de los antibacterianos. Los puntos de corte y los
criterios de sensibilidad y resistencia de las levaduras para los antifúngicos fluconazol,
itraconazol
y 5-fluorocitosina sólo estaban determinados para las micosis orofaríngeas
de enfermos con sida y para las candidemias.
Por lo tanto, estos datos pueden variar en el futuro y hay que prestar atención
a las nuevas normas que vayan publicando los comités de estandarización de
ensayos in vitro, tanto europeo (EUCAST) como americano (CLSI).
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