lunes, 20 de junio de 2016

Una breve pero profunda reflexión...


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Cuando se está ocupado en trabajos de esta naturaleza, siempre es bueno observarse uno mismo a la par de los animales, y con un sentido tan crítico e imparcial como sea posible –lo cual, claro está, es una ardua tarea. Con frecuencia me he preguntado por qué me satisfacían tanto los resultados de estos experimentos. A un racionalista probablemente le gustaría imaginar que la causa era que dichos resultados concordaban totalmente a lo previsto. Estoy convencido de que este era un factor de gran importancia; pero había otro más importante aún, si bien menos noble: disfrutaba, saboreaba la satisfacción del deseo de poder. Que este factor estaba presente lo corrobora el hecho de que otras personas que realizaron la experiencia sin estar interesados en su aspecto científico, también disfrutaban al ver que habían engañado a las avispas. Estoy convencido, además, de que mi alegría por haber hallado la solución al problema no era totalmente pura, pues iba mezclada con el orgullo de haber tenido éxito en los experimentos. 

Niko (Nikolaas) Tinbergen* (1907-1988) 
Naturalistas curiosos (1958), Primera Parte: ¿Cómo encuentran las avispas el camino de casa? Barcelona: Salvat, 1995, p 20
(Versión de Curious Naturalists. London: Reed, 1974; traducción de Manuel Crespo). 

* Premio Nobel de Medicina y Fisiología, 1973. Compartido con Konrad Lorenz (1903-1989) 
y Karl Ritter von Frisch (1886-1982)

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